martes, 10 de abril de 2012

El indio ama - Nicolas Alejandro Delgado




El indio ama

El indio ama,

la libertad del río acariciando la pradera

en su paso callado hacia la mar que lo espera,

Feliciano, el gran héroe miliciano.

El indio ama

el dulce néctar del rocío,

la caricia fría del nuevo día,

el azul inmenso jugueteando en sus ojos

que brillan como soles de mediodía.

El indio ama,

la tranquilidad de la mar al caer la tarde,

la puntualidad de la ola al amar la arena,

el suspiro del viento

al revelar al árbol su secreto.

El indio ama,

la tierna y suave brisa

jugueteando con la mata de maíz,

del niño su linda risa

el cual es el canto puro de un país.

El indio ama,

la paciencia de la montaña,

la seguridad del océano,

la certeza de los astros,

la terquedad de la milpa.

El indio ama,

la paz de las noches de enero,

la libertad de la hoja sin árbol,

el empeño de las alas del colibrí,

la seguridad de las manos obreras,

la necedad de la lluvia.

El indio ama,

la igualdad de los amaneceres,

la comunidad de las hormiguitas,

el cambio de las estaciones,

la justicia de los segundos.

El indio ama,

la inocencia de los niños,

la lealtad de los perros,

la conveniencia de los gatos

que van de teja en teja.

El indio ama

el suelo que aguarda su caite,

la tierra sumisa a su arado,

el río puntual a su cántaro,

la mar mansa para su barca,

la bendición de la lluvia

sobre sus fuertes hombros.

Feliciano se marcha ya

buscando el ocaso,

se va el indio sobre la corriente

navegando deslizándose sobre la tarde,

por el caliente y manso murmullo del lempa

va dejando su estela pura y eterna,

se va Feliciano

con el carmín de las flores,

llevándose de la tarde sus colores,

avanzando por los valles

con su machete y con su cuma

apretados por su mano,

se va Feliciano

impregnado del azul de enero

va buscando la tierra que lo reclama,

el barro nace del barro,

la carne muere en la carne,

y la sangre en la sangre vive.

Nicolas Alejandro Delgado

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